Y nos volvimos piedras, arraigadas a nuestra vida. Nos volvimos viento, fluyendo al pasar de los días. Nos volvimos pedazos de misterio, desconocidos para nosotros, desconocidos para el mundo. Nos recontáramos desnudos, sinceros ante la mirada del otro y eternos en sentimientos.
Nos volvimos papeles, llenos de palabras, de historias y poemas. Nos volvimos canción, con altos y bajos, con melodías cambiantes e impredecibles. Nos volvimos adentro, para reencontrarnos con nosotros mismos y evocarnos a nuestros afueras. Nos volvimos lágrimas, de nuestras penas angustiosas, y a la vez en penas cobijadas. Nos volvimos un sentimiento, porque es lo único que pareciera aferrarnos e incluso la misma necesidad de, la conexión con el otro, de la fortaleza de seguir. Pero no nos hemos vuelto persona para el otro, nos quedamos en un nombre y tal vez una característica. Necesito ser persona para ti, necesito ser persona para otros. No me he vuelto un hielo, pero si un sol, ardo de calor estando helada por dentro. Te has vuelto nube, flotando en lejanías alcanzables. Nos volvimos para el otro una figuración de todo sin siquiera saber que somos. Me convertí en una lágrima constante y tu...y tu te convertiste en el ojo que la derrama.
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