07 mayo, 2010

Un suspiro levanta los polvos de estrellados
de los mil y un sueños que con despecho olvido.
Mil lamentos para un alma descolorida,
dónde estás triste zonámbula, dueña de mis melancólicos atardeceres?.

He olvidado la existencia más tierna de mi ser,
no recuerdo en qué momento fui.
Tal vez en la absurda lejanía de algún recuerdo,
te me perdiste del camino. Te solté la mano.

Oh, mi amada soledad. Te estás despidiendo tan abruptamente de mi,
una lluvia vengadora, amenaza con cortarme el cuello,
y tú...riéndote de mi.
Te aclamo, sin embargo no me atrevo a besarte.

Quisiera dispararle a esta mente de desesperanzadores pensamientos,
un universo de suicidas palabras.
Estoy cayéndome profundo, esta vez no habrá suelo.
No tengo fuerzas, te miento a cada segundo.
Lo siento.

No tengo ganas ni de ser. Sútil cama, que el mundo se olvide que por allí hay un alma.
Quizás es porque sea viernes, y el sueño lleno de angustias y armonías.
Quizás porque simplemente ya no quiera darle cuerda a nuestro universo.

01 mayo, 2010

Cariño, deja de confundirme con tus váivenes,
en mi oído un suspiro agotado de viejos cuentos fantásticos.
Jugaremos muertos a que esta unión funcione,
pareciera que todo me enreda más.

Quién sabe lo que puede pasar, amor. Pero no más choques,
me estoy cansando de tener que yo jugar a tu papel,
me pediste tiempo y te lo he dado por años...
No puedo seguir siendo tu amante.

Tengo un vacío, un oscuro vacío.
Y dónde está todo lo que me prometiste?. Es que nunca lo dijiste,
nunca hubo nada para prometer.
No puedes ofrecerme esto, no. Y no sé por qué lo acepto.

No sé si me enamoré de mi estando contigo,
o del hecho de estar contigo. De lo que soy contigo,
o de lo que somos. Simplemente no puedo aceptarlo.

Vivo en una agónica desconfianza,
que me balancea entre alegrías y penumbras.
Estoy espectante, indiferente ante este descelance.

Y me olvidaré por un momento de esto,
de mi. Astros malditos, que intentan matarnos.
¿es que aun estamos acá?. No...

Y a lo mejor nunca debí haber vuelto a golpear tu puerta,
debí esperar las 3 veces e irme. Tan tonta.
Tengo tanto miedo, nada de fuerza.
Miento, a cada segundo, lo siento.

Imploro al cielo, un rayo de esperanza. Un viento de paz.
Que nada me arrepienta de continuar,
por qué, entonces, te cuesta tanto intertar ser más,
cuando he intentado de todo por ser lo que quieres?.

Quizás esta injusticia de género y de idea
siga siendo por siempre lo que nos lleve a caminar opuestamente.


No sé si rendirme aun...

Se abre el cielo

Suave, ajeno a la ciudad. Se abre el cielo y caminamos dezcalzos por nuestros sentimientos...