17 abril, 2008
Número 4
Bipolar o cambiante, cual sea el término. De un instante a otro se alarga mi cara, se enoja mi rostro y odio sin herir es expulsado. Sin pensarlo dos veces, decido terminar.
Yo no escogí esto, sí, lo decidí, como última opción, como única "salida", aunque no me lleve a ningún lugar menos que al que quiero. Pero me voy arrepintiendo de lo que se supone no me arrepentiría. Quizá debí hacer otra decición. Definitivamente no escogí empequeñecer mi mundo, encerrarme y que los días se vuelvan un hastío. Nunca quise que en mi cayera la responsabilidad más tediosa; aquella que no te libera, aquella que te vuelve un "mecanismo". Mi cuerpo ya no vive, mi alma está escondida para salir cuando vea un poco luz. No escogí esto, y ya no quiero esto...
Maldigo, entonces, a quien más sino al "Supremo", al "Superior", al que se supone que es "Maestro", "Padre", "Creador", único "culpable", aunque pareciera no haber nadie a quien gritarle. Intento comprender, pero me inundo de rabia, ya no es más tristeza; rabia. No, señores, no comprendo. En ésta me has ganado, destino. Quizá lo único bueno sea que tengo más motivos para escribir.
Y no es de negativa, ni de llorona. No, amigo, no se trata de lenguaje, ni matemática, nisiquiera de un Ministerio, o de una Prueba. Se trata de todo, aunque ya ni recuerdo qué era todo. Se trata de que me agobian, de que corro y corro ¿a dónde? a cumplir una responsabilidad. No, nunca quise tener.
Pero quiero huir, de mi misma que me produzco asco. Del mundo, ¡ sí, sáquenme del mundo!. Por un segundo una mano y arrancar a paso lento de acá, de allá. Quiero huir de mí, quiero huir de ti, de ellos, de esto y esto otro. Quiero huir de un día, de los días, de las horas y del sol. Sigue invitándome, sabiendo que no puedo ir. Ya no vengo con el sol, me quiero ir con el sol. Nunca vine, nunca vendré de nuevo. ¿Ilumino aun?....Seguiremos cantando bajo nuestra parra, entonces, para comprender que ya no amarro nada.
¿Acostumbrarme?, no, nunca. No quiero, no pretendo hacerlo, no me conformo con esto, como dije, nunca quise. Bajo presión, atada al nudo en mi garganta, calla las voces que me reclaman libertad. No puedo seguir corriendo tras el sol, ni la luna se acerca a mi ventana. ¿Tan repugnante se ha convertido lo que a mi refiere?. Señor sistema, por favor, aun no me consumas entera.
Pero de quien más quiero huir, que supera los límites de mi cuerpo, y lo agobiante del mundo; es del número 4.
15 abril, 2008
Retiro a Canción.
Y comienza a sonar la última melodía. Un suave letargo, y se desvanecen nuestras sonrisas. Un segundo, y la luz inicia su entrada. Calmada, anonadados miramos, entre un segundo y otro sólo caben miradas.
Hay agudos y graves, hay cambios, tonos, semitonos, pero ya no hay ninguna línea que nos separe. Entre el amor y el odio....ya los traspasamos y esta vez retomo mi camino a casa. Atrás quedan, entonces, los sueños por ser estrella.
En acordes melodramáticos nos baña imponente. Te escondes, comienzo a andar. Ninguna palabra, arrancas veloz y a mi ya me da igual. Creas o no, el libro se ha cerrado. Y la melodía sigue su paso cálido. Ahora, nadie la escucha, nadie la comprende, oídos sordos a palabras necias, a mentiras y a tu voz. No tengo otra forma de decir adiós mas que mi espalda.
Mas de 3 minutos, y cada uno fugaz. Ha acabado, se ha desvanecido. Un final inesperado, un final culpable de asesinatos sin sangre. Sí, somos culpables del tormentoso invierno que se nos aproxima. Pero aun vibra la canción, no hay oyentes. Ya no escuchas, ya no más.
Mi espalda es tu último recuerdo, y atrás quedarán las primaveras. Esta vez salí vencedora, inocente. Mientras tanto la luz nos sigue guiando, tú por allá y yo de regreso a casa...
Hay agudos y graves, hay cambios, tonos, semitonos, pero ya no hay ninguna línea que nos separe. Entre el amor y el odio....ya los traspasamos y esta vez retomo mi camino a casa. Atrás quedan, entonces, los sueños por ser estrella.
En acordes melodramáticos nos baña imponente. Te escondes, comienzo a andar. Ninguna palabra, arrancas veloz y a mi ya me da igual. Creas o no, el libro se ha cerrado. Y la melodía sigue su paso cálido. Ahora, nadie la escucha, nadie la comprende, oídos sordos a palabras necias, a mentiras y a tu voz. No tengo otra forma de decir adiós mas que mi espalda.
Mas de 3 minutos, y cada uno fugaz. Ha acabado, se ha desvanecido. Un final inesperado, un final culpable de asesinatos sin sangre. Sí, somos culpables del tormentoso invierno que se nos aproxima. Pero aun vibra la canción, no hay oyentes. Ya no escuchas, ya no más.
Mi espalda es tu último recuerdo, y atrás quedarán las primaveras. Esta vez salí vencedora, inocente. Mientras tanto la luz nos sigue guiando, tú por allá y yo de regreso a casa...
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Se abre el cielo
Suave, ajeno a la ciudad. Se abre el cielo y caminamos dezcalzos por nuestros sentimientos...