Y comienza a sonar la última melodía. Un suave letargo, y se desvanecen nuestras sonrisas. Un segundo, y la luz inicia su entrada. Calmada, anonadados miramos, entre un segundo y otro sólo caben miradas.
Hay agudos y graves, hay cambios, tonos, semitonos, pero ya no hay ninguna línea que nos separe. Entre el amor y el odio....ya los traspasamos y esta vez retomo mi camino a casa. Atrás quedan, entonces, los sueños por ser estrella.
En acordes melodramáticos nos baña imponente. Te escondes, comienzo a andar. Ninguna palabra, arrancas veloz y a mi ya me da igual. Creas o no, el libro se ha cerrado. Y la melodía sigue su paso cálido. Ahora, nadie la escucha, nadie la comprende, oídos sordos a palabras necias, a mentiras y a tu voz. No tengo otra forma de decir adiós mas que mi espalda.
Mas de 3 minutos, y cada uno fugaz. Ha acabado, se ha desvanecido. Un final inesperado, un final culpable de asesinatos sin sangre. Sí, somos culpables del tormentoso invierno que se nos aproxima. Pero aun vibra la canción, no hay oyentes. Ya no escuchas, ya no más.
Mi espalda es tu último recuerdo, y atrás quedarán las primaveras. Esta vez salí vencedora, inocente. Mientras tanto la luz nos sigue guiando, tú por allá y yo de regreso a casa...
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