Salta, saltarín saltamontes.
Pequeño y desconsolado,
Rápidito vienes
con tu sombrero destrozado.
Tus manitos mentirosas,
y tu cuerpo agotado.
Te miro temblorosa
para entregarte mi abrazo despedazado.
Pero no te apresures,
que aun hace daño.
Pero no te demores,
porque me estoy marchando.
Pero no me evites,
porque me estoy enamorando.
Y en cada nauseabundo saltito
me vas dejando un poquito;
Amor, amor.
Tan agridulce suena hoy.
¿En qué momento dejamos las botellas atrás,
para enfrentar esta vertiginosa realidad?.
En esta montaña rusa,
de vaivenes y estadías,
nuestro abrazo se vuelve eterno.
Quizá un poco torpe, me caigo y me caigo.
Tú, que brincas sin rumbo,
que allá, que acá, que sí que no.
Y los dos paralelos al sol.
A veces busco el horizonte en mi soledad,
a veces buscas razones para estar.
Y en ruedas de bicileta
pedalea nuestra vida.
Que te apuras y aun temblo al caminar,
que me apuro y me consumen los pensamientos.
Ay de ti, ay de mi.
Que te metes en mi cuerpo y no te dejo ir.
Ay de mi, ay de ti.
Que retuerso tu argumento para permanecer en ti
Que silencias, que rebalsa.
Que te espero, que me aguantas.
Que no hay más explicaciones
y estas ganas de ti
que se me arrancan.
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