Los edificios caen al cielo. Mientras mi cuerpo se eleva al piso. Y todo se ve tan distinto, no más cemento, una nube me despide.
Voy rozando con cada espacio de viento. Ligera, liviana; ya no hay más peso, no más...Y todo se vuelve al revés, los pájaros hacie el sur, tus latidos hacia el cielo. Navegando sin mar, ausente de ruido, ausente de equilibrio y sin tierra al fin.
Caigo, descenso puro. Suave, calmado, y pareciera tan normal que ante mi solo queden mis manos alzándose, alcanzar aquello a lo que no pude llegar; y el cielo me despide con sombrías palomas.
De a poco, se van cerrando las ventanas de mi rostro. Voy quedando más allá de un suelo pavimentado. No hay más horizonte, no hay más imágenes, no hay más nada...
Como extraños en la calle, seguimos nuestro rumbo. Como si nunca hubiésemos cruzado...
No hay comentarios:
Publicar un comentario