Están flotando las distintas letras,
armando las palabras al azar.
Pero este océano de a, c, z e y
se complica cuando intento encontrar las necesarias para hablar,
nado y pataleo para poderlas encontrar.
Déjame estar, sin decir nada.
En tu bella fragilidad,
quédate, en algo tan simple como el atardecer del día.
Como los bellos pecesitos nadan para explicar.
No hay nada más que pensar, ni decir.
Entra ya,
tomé tu mano y escribrí tus ojos.
Tomé tu mano y la abrazé,
te creí solitario cuando menos lo eras.
Soplemos este terremolino
y que zarpen los barcos del entender.
Que gire colorido,
para que el sol nos embriague.
Terremolino,
te diré yo.
Tormento de mi existencia,
remolino de mi alma.
Las palabras se agrupan
y te defino mirándote.
Tu cabezita de algodóny tu boquita de payaso.
Terrremolino,
te diré yo.
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