Soy un espasmo dentro de tu pecho,
vaivén de maremotos.
Por tus entrañas calmo tu sed que aulla en las mañanas.
Sin embargo, no pertenezco a tu cuerpo ni a tu alma y quiero abandonarlo, un trabajo que no deseo desempeñar.
Me ahorca la angustia, en mi garganta una batalla entre las palabras que nunca debí vomitar y la rabia de ser quién quiera más. Pero la seda que nos une es tan ligera, aun quedan hilachas que nos atan.
Ayer un corazón se asustó por tu condición, quizá nunca creerás que existe este amor. No, tú no crees que exista este amor. Lo vas despojando en este tren de absurdos letreros a pasos gigantezcos y de odio profundo.
Se despiden con sus pañuelitos blancos las sirenas que quisiste encantar, en mi océano no hay cabida para nadie más, me voy a embarcar en otra aventura o tal vez a quedarme calma, tanto movimiento terrestre me tiene paranoica e histérica. Y en mi vientre mi sangre quiere salir, la necesidad de tu cierpo me aprisiona. ¿A quién se le ocurrió que la pasión sería una escapatoria?. Mi mayor necesidad, tu calor.
Permitiré que el viento maniobre mis huesos como ojas secas, un peso muerto. Músculos agotados y el resto el polvo. Necesitamos lo tangible para saber que somos ciertos. Puedes ser el viento...se me olvidaba que ya no estás para suspirar.
Una bocanada de aire en el cielo para respirar de mis súplicas. Que tiemble, señores, porque hay mucho por gritar. Este sufrimiento que abandono en mi pecho. Y seguiré recorriendo el paradigma de amar descalza por tu cabeza...
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